Las autoridades de Brasil detuvieron al menos a 300 personas tras los violentos ataques de partidarios del expresidente Jair Bolsonaro el domingo, contra las sedes de los tres poderes en el país sudamericano.
Los ataques fueron ampliamente condenados por todas las instituciones de Brasil y por la comunidad internacional. Brasilia, la capital del país, amaneció este lunes con rastros de destrucción en varias áreas del centro del poder.
“La situación en Brasilia está controlada”, afirmó a través de redes sociales el interventor federal en el Distrito Federal, Ricardo Cappelli, de acuerdo con un reporte de la agencia EFE.
Los disturbios acontecieron una semana después de que Luiz Inácio Lula da Silva asumiera la presidencia de Brasil tras derrotar a Bolsonaro en los comicios. Lula ordenó una intervención federal en el Distrito Federal para hacer frente al ataque a las instituciones de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema.
“Los criminales seguirán siendo identificados y sancionados. No permitiremos la continuidad de concentraciones que funcionen como incubadoras de planos contra el Estado Democrático de Derecho”, advirtió Capelli.
La policía además desmontó el campamento que los bolsonaristas habían levantado desde las elecciones presidenciales de octubre frente al cuartel general del Ejército para presionar por un golpe militar que impidiera el regreso de Lula al poder.
En la Plaza de los Tres Poderes, el escenario era caótico con pedazos del piso removidos, hierros retorcidos, basuras esparcidas por todas partes e incluso cápsulas de gases lacrimógenos. Los rastros de destrucción se extendían por varios de los jardines de la Explanada de los Ministerios.
También se apreciaban cientos de ventanales quebrados, sillas arrancadas, equipos destruidos y obras de arte damnificadas. Para la resolución del conflicto, agentes antidisturbios cargaron y lanzaron gases lacrimógenos contra los manifestantes dentro y fuera de los edificios.
Miles de personas negadas a aceptar el resultado electoral, sortearon el domingo las barricadas de seguridad, treparon a los techos, rompieron ventanas e invadieron los recintos.
Imágenes publicadas mostraban a las multitudes invadiendo las sedes y portando banderas de Brasil, vestidos con los colores representativos de la nación y llevando pancartas donde se leía "Lula en la cárcel", "Intervención militar" y "Bolsonaro presidente".
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