Betsy Remedios, la soprano cubana que brilló en Got Talent España

Katheryn Felipe ~ martes 9 de mayo de 2023

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Antes de llegar a la final de Got Talent España en 2022, la soprano Betsy Remedios había estudiado Economía y Arte en Cuba. Antes, había salido de la isla porque “había tocado fondo”. Sabía que “me iba completa” para Rusia por lo que “cargué con todas mis cosas”.  

Extraña la etapa de inocencia en la que uno no tiene preocupaciones y sólo tiene que “jugar y pasarla bien”. Entonces vivía rodeada de campos de caña y de mucho amor en Banes, Holguín, y el olor a azúcar quemada la envolvía a menudo. Era la “cómplice” de su padre para “todo lo que él hacía”, a la vez que le cantaba a su hermana menor, primero mientras estaba en la barriga de su mamá; luego, delante de su cuna. 

Cuando “treparme a las matas de ciruela” y comer caña eran sus mejores entretenimientos, Betsy supo que quería dedicarse a cantar ópera. Claro que, a los siete años, en el ámbito rural en que creció, no sabía que aquello se llamaba ópera. Lo que sí sabía era que quería ser como María Callas o Monserrat Caballé, a quienes conoció a través del programa de televisión ‘De la gran escena’.  








Fue la mirada triste de sus padres detrás de la pantalla de su móvil lo que más marcó el peligroso camino que recorrió de Rusia a España después de marcharse de la isla a fines de 2021. La imagen del dolor que “solamente un padre puede sentir” y que notaba “cada vez que hablaban conmigo por videollamada” aún la lleva dentro. Ella lloró mucho durante el trayecto y, aunque sus compañeros intentaban animarla, ella no podía detener las lágrimas porque sabía que en esos momentos le estaba quitando “años de vida” a sus padres. 

Algo parecido pasó con su abuela de 95 años, que todavía piensa que “cogí un avión hasta Rusia y en Rusia cogí un avión para España”. A su edad, dice Betsy, no tiene sentido contarle “ciertas cosas” porque ni “yo no sabía qué iba a pasar conmigo”. Su abuela desconoce, por ejemplo, que la atracaron en Serbia y que casi la matan, de no ser por la intervención de dos señores de Kosovo, que lograron rescatarla; o que la detuvieron cinco veces en Grecia. Hoy, sólo le preocupa no poder volver a abrazarla porque a la señora “no hay quien la saque de Banes”.  

En cualquier caso, sus padres sabían que irse de Cuba era lo que Betsy debía hacer. Lamenta que, al final, la historia se repita “en muchos lugares, con muchos cubanos”. “Me volví una bomba de tiempo por lo que sabemos que ha estado pasando desde hace muchos años y que ahora en los últimos tiempos se ha recrudecido”, explica sin obviar que “ya no podía seguir callada”.  

Pensar en su familia le dio fuerza para ir “un paso a la vez” e impidió que se rindiera durante la dura travesía que siguió para emigrar. Puntualmente, fue la imagen de su abuela diciendo “tengo hambre” y llorando porque “lo único que había para comer era el pan de la bodega” lo que más la impulsó. Esas palabras Betsy las guardó en su mochila y, cada vez que sentía que se derrumbaba, le venían a la cabeza y la daban otro empujón. 

No obstante, a sus casi 34 años reconoce que “la añoranza es muy fuerte”. Muchos le dicen “mira, estás en Europa”, pero hay cosas de Cuba que no podrá tener nunca allá. Echa de menos el olor de su pueblo, sentarse con sus amistades a tomarse una cerveza, su gente, su ambiente. 

Hay quien piensa que después de estar en un show de televisión, ella se hizo famosa y “ya tiene la vida resuelta”, pero eso está lejos de ser verdad. Se levanta a las 4:45 de la mañana todos los días para ir a trabajar y no deja de pensar en lo mucho que ha tenido que dejar atrás para “empezar de cero”. Se dice “fácil”, pero “todo los que salimos de Cuba sabemos que es muy difícil”.  

No obstante, Betsy tuvo la suerte de asentarse en Marín, un pueblito de la provincia de Pontevedra, en Galicia, España, del cual “no tengo quejas” porque “estoy como en mi casa”. Tan bien la han acogido que la saludan lo mismo con un “¿qué hay, cubanita?”, que con un “asere, ¡qué bolá!”.  

En Marín lo más difícil que ha tenido que hacer Betsy es reinventarse, porque “yo dije que no iba a cantar más”. Aunque sólo a veces la han convencido para que cante en el bar que un buen amigo, que hizo la travesía desde Rusia con ella, abrió en la esquina de su casa, hizo el intento de Got Talent porque “no tenía nada que perder”. Participar allí fue como “un grito un desahogo”. 

Amén de que por estos días sólo canta en la ducha y en el bar de su amigo cuando la convencen, esta holguinera defiende a ultranza que “para cantar hay que tener alma”. Como le decía su maestro Pacheco: “Si lo digo, lo canto; y si sólo canto, no digo”. Desde su óptica, “cuando uno se para encima de un escenario con una obra uno tiene que tratar que el público vea reflejada tu alma”.  

De hecho, eso fue lo que la salvó en la semifinal del concurso de talentos porque estaba “vocalmente muy mal”. Tenía “una bacteria o una gripe”, por lo que pensó que no podía cantar. Rememora que lloró mucho antes de salir porque “yo sabía que en mi voz no había nadie ese día”. Pero, como cree mucho en Dios, “sólo le pedí que no me dejara en vergüenza”. 

Si bien no fue la única cubana que llegó a la final de Got Talent España en 2022, porque había también una pareja de acróbatas provenientes de la isla, no sintió presión, sino orgullo por estar representando a Cuba. El celular se le llenó de mensajes dándole apoyo, incluso después de “la pena” que pasó en la semifinal. De Dubai, de Egipto, de Argentina... de todas partes del mundo le escribieron cubanos. “De verdad que estamos regados por dondequiera”, me enfatiza sonriente. 

Como cantante lírica, reconoce que uno tiene que cuidarse la voz obviamente, pero sin dejar de vivir, “no puede hacerse una paranoia de todo”. Trata de no mojarse, le huye al humo del cigarro, pero cuando tiene deseos de tomarse una cerveza, se la toma. Porque el arte o lo que quiera que uno haga no se puede convertir en una condena. Tiene que existir "disciplina, rigor y estudio", pero no puede ser un castigo. 

Sin olvidar cuando en el programa pusieron un video de su familia y ella se quedó en “un sollozo vivo”, Betsy no deja morir las esperanzas de dedicarse a la música. Si bien emigro de Cuba pensando que podía vivir de cantar (es más, es algo que logró hacer en Rusia), según pasó de país en país fue comprendiendo que sólo de la música no podría sostenerse, algo que ha ido “procesando y aceptando, aunque si no cantase se moriría de tristeza". 

“Está muy, muy difícil en cualquier parte del mundo ahora mismo vivir del arte a no ser que uno llegue a un alto nivel”, pero, incluso así, mantenerse es bastante difícil. Actualmente a la espera de una audición para formar parte del Teatro de la Zarzuela, una oportunidad que nació tras su paso por la pequeña pantalla española, puede que la pase o no pero, sí la pasa, tendría que lograr “mantenerme”.  

En definitiva, ella no quiere ser famosa, sino cantar y estudiar, porque “el conocimiento es una mochila que no pesa”, pero sin que la música le cambie el orden de prioridades a su vida, entre las que “mi familia es la número uno”. “Disfruto tanto, tanto, tanto los poquitos momentos que tengo con ellos que cada día reafirmo que son lo más importante para mí”.  

Dicho de otra manera, no quiere ni fama ni arte si le van a arrebatar lo que tiene ahora. De nada le vale pararse en un escenario y luego “llegar a una habitación y encerrarme sola. ¿A quién le voy a contar mis glorias?”, se pregunta mientras comparte la vida con una pareja que es su “combustible” porque, cuando piensa que ya no puede más le dice: “Dale, que tú sí puedes”,  

A la espera también de que se le abran nuevas puertas en España, Betsy le dedica a Cuba la canción ‘Amazing Grace’ porque “necesitamos mucho de Dios” y “la fe es lo que nos sostiene en los momentos duros”. Cuando era niña ella se comía un pedazo de pan con aceite y sal y un vaso de café claro, por lo que confiesa que, pasando trabajo, los cubanos se han hecho fuertes. Por eso les asegura a los gallegos que se quejan mucho: “si el cubano tuviera lo que ustedes tienen estaría en el paraíso”.  


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