En los últimos tres días murió un avileño por Covid19 cada una hora

Redacción de CubitaNOW ~ miércoles 4 de agosto de 2021

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En los últimos tres días murió un avileño por Covid19, cada una hora, dice una periodista estatal cubana atendiendo a las estadísticas oficiales, que son puestas en tela de juicio, a estas alturas por toda la población.

La cubana Ailén Castilla Padrón, quien también enfermó de coronavirus, dejó una emotiva crónica al respecto en el estatal diario Invasor, uno de los medios oficiales, que más ha intentando acercarse a la real tragedia que vive el pueblo cubano.

El artículo: “Crónica de una provincia enferma”, que expone la experiencia de la propia reportera pasando por la enfermedad, toca varios puntos críticos de la epidemia en Ciego de Ávila, desde la escasez de medicamentos, de camas en los hospitales, la falta de oxígeno medicinal para ayudar a los pacientes, y hasta lo cuestionable de las estadísticas ofrecidas por los funcionarios de Salud.

“…la explicación de la doctora fue clara y despejó las dudas: desde hace tres días no recibían Nasalferón, ni siquiera sabía cuándo llegaría, y no entendía quién nos había indicado ir hasta ahí”, cuenta.

En otro momento, habla de la crisis con los antibióticos:

“El amigo de una amiga pagó 10 000.00 pesos por un ciclo de Rocephin —no sé cuántos bulbos— en la calle, el mismo antibiótico que hoy no siempre está en el centro de aislamiento ni en el hospital y que, aun así, le dijeron que era lo ideal para sus pulmones y que tratara de conseguirlo. Entonces las Azitromicina que compré a 2 400.00 pesos, traídas del exterior, me parecen baratas y honradas, tabla de salvación para respirar a todo pulmón”.

Quizás el momento más emotivo de su relato y que exponen con claridad lo que se vive en Ciego de Ávila:

En cinco horas de espera para lograr un test rápido, y en medio día en busca de un medicamento, se ve y se oye todo lo que un enfermo no necesita. Ciego de Ávila es hoy una ola aplastante de contagios que solo unos pocos surfean en la cresta, con síntomas leves y desde la comodidad de su casa. Al resto le ha tocado bucear en el fondo y esperar por una cama, por el medicamento, por el oxígeno o por la ambulancia, mientras el Sistema de Salud hace malabares para discernir a quién ingresar primero y cómo asistir a los más vulnerables. Créanme, eso de querer y no poder es casi tan triste como la muerte misma.

Vivimos una guerra avisada que no por eso ha dejado de matar. No se oyen los tiros, pero se ven los muertos. Son demasiados: 256 fallecidos desde enero hasta este 27 de julio, 78 decesos en tres días; cada una hora muere un avileño por COVID-19, al menos eso dicen las estadísticas oficiales y quiero creerlas.


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