El médico del servicio de Neurocirugía del Hospital General Dr. Agostinho Neto, en Guantánamo, que logró extraer un gigantesco tumor de la cabeza a un joven cubano residente en Mabujabo, Baracoa, ofreció recientemente pormenores de la retadora experiencia.

El especialista en primer grado en Neurocirugía, Francisco Parra Kindelán, lo describió como “un tumor óseo que nos llenaba las manos”. “Tenía 10 centímetros de diámetro por uno de sus lados, de masa sólida, no móvil, con bordes irregulares y crecimiento intra y extracraneal, con una forma esférica en su parte superior, y hacia abajo, triangular”, detalló.

Afortunadamente, la lesión se ubicaba en el área parietal derecha posterior y se extendía a la línea media, por una zona del cerebro considerada no funcional, lo cual “explica por qué no tenía otros síntomas, más que algunos dolores de cabeza”, explicó Parra a la prensa oficialista local.

El médico de 32 años comentó que la resonancia mostraba un crecimiento de la tumoración muy profundo. “No infiltraba el cerebro, pero lo comprimía, y a las estructuras internas del cráneo, los vasos sanguíneos”, dijo.

“Además, estaba demasiado cerca de una estructura vascular muy importante que es el seno sagital posterior -por donde pasa gran volumen de sangre a altas presiones-, y eso nos ponía en alerta, pues dañarlo implicaba una hemorragia masiva de muy difícil manejo”, agregó.

Era la primera vez que el joven especialista enfrentaba una tumoración de ese tipo. “No tenemos los equipos que, en otros países, permiten realizar una cirugía de una manera más cómoda y segura, y para esta, tuvimos mucha ayuda del Ministerio del Interior, con algunos materiales, y de varias personas”, destacó.

“Pero, básicamente, le agradezco a los profesores del hospital Hermanos Ameijeiras, donde cursé el último año de la especialidad, la filosofía de prepararme bien para cada caso, de buscar cursos online, esa sed por seguir buscando y hacer lo posible”, dijo.

Un equipo pequeño se ocupó de la cirugía. “Sabíamos que el tumor era pesado, pero cuando vimos que el cerebro se movía junto a la lesión confirmamos que esta se había adherido a las estructuras que protegen el cerebro, y el trabajo sería más duro”, detalló Parra.

“Fue necesario usar medios de magnificación, en este caso el lente de un endoscopio y un monitor que nos permitió diseccionar la tumoración en esas zonas donde estaba adherido, especialmente por donde pasaba el seno venoso”, precisó.

Parra indicó que la tumoración “se había infiltrado la zona epicranial, hacia arriba, así que fue preciso reconstruir la bóveda craneal con subitón quirúrgico -una especie de cemento- y la piel, que se había estirado”.

El joven paciente, por su lado, declaró que al principio le “dolía un poco la cabeza, por la operación, pero nada como ese peso de los últimos tiempos”. “Yo sabía que todo iba a salir bien. Cuando vino el médico se lo dije, y a mi mamá, que no se estaba tranquila”, comentó.

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