Precios en Cuba: Una caja de fósforos 50 pesos en el oriente del país

Redacción de CubitaNOW ~ martes 14 de marzo de 2023

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Una periodista describe el alto precio que ha alcanzado una caja de fósforos en el mercado negro cubano, su artículo en el diario Venceremos de la provincia de Guantánamo pone de manifiesto no solo la inflación que vive Cuba, además la pésima calidad de los productos fabricados en la isla para los ciudadanos comunes, como si el pueblo no fuera merecedor de estándares de calidad altos.

La cubana Haydee León Moya, titula su comentario “Fosforitos”, y comienza contando la experiencia después de intentar hacer café, sin electricidad en una hornilla de carbón.

“Me sonaron el pasado domingo un apagón de casi 40 libras, sin previo aviso y justo a la hora que, dicen, mataron a Lola: 3 de la tarde. Había acabado de colocar la cafetera en el fogón eléctrico, pero no llegó a colarse el prieto líquido. Tenía muchas ganas de tomar café, así que me propuse una variante, meterle mano a la hornilla de carbón y colarlo a la antigua”, relata.

Al momento de encender el carbón, se dio cuenta de que no tenía fósforos, a esa hora toca salir a buscar. De paso la cubana te muestra como una simple operación de tomarse un trago de café es prácticamente imposible para un cubano.

“Me compuse para salir en busca de candela…En una candonguita, obtuve la primera respuesta. En casa de Ana Delia, la segunda. Y mínimo 50 pesos, fue la respuesta al tercero de los enigmas. Y efectivamente, encontré fósforos a un precio inferior al mínimo planteado: a 30 pesos”, cuenta, mencionando los precios del producto en el mercado privado o irregular.

La cubana cuenta que intentó comprar fósforos extranjeros porque los nacionales son de pésima calidad, pero terminó accediendo cuando le vendieron en 30 pesos una caja fabricada en la isla.

“Lo lamenté y no me quedó más opción que meterle mano a los nacionales, que a esos los conozco muy bien y no son precisamente hermosas mis experiencias con los susodichos. Nada que ver con mis vivencias de aquellos fosforitos de la caja amarilla con el león ilustrado”, explica.

Luego de tener una caja de fósforos, ahora el suplicio fue encender algunos.

“Lo primero que sufrí, fue la pérdida de la cabeza de 9 fósforos que jamás prendieron. Bueno sí, uno largó la cabeza prendida y le abrió un hueco a las zapatillas que calzaba. Lindos zapaticos míos que bien caro me costaron en el revolico guantanamero.

Entonces, mientras colaba mi café, observaba mi cara cajita de fósforos. En uno de sus costados tiene escrito que contiene 70 unidades. Las conté eran 108”, dijo.

A pesar de ser más cantidad, la calidad del producto era pésima, advierte la periodista

“Los puse en fila sobre la mesa y de esa cantidad aparté 50. Entre esos, 38 estaban decapitados y deformes. Cuatro eran largos y flacos con pullas en la cabeza, feísimos. No parecían fósforos. Cinco eran gemelos unidos por una cabezota del material que les da nombre. Tampoco parecían fósforos, se veían horribles. Y tres era enanos y raros. También estaban lejos de parecer fósforos”, expone.

Haydee explica que tras apartar los fósforos inservibles y tratar de encender el carbón, se quedó solamente con 22 fosforitos, para colmo, un accidente le sucedió.

“Mientras tomaba mi riquísimo café, volví a mi pobre cajita. Ya no estaba hinchada, pues solo me quedaron, en el tortuoso proceso previo al disfrute del negro que cuando no lo tengo junto a mí, caliente y sabroso, me enloquece, 22 tristes fosforillos. Se me ocurre tomar un fosforito casi sin cabeza y pasarlo sobre la rayadera. Como por arte pirotécnico, no sé ni cómo, se prendió completa y tuve que lanzarle un jarro de agua para evitar tener que llamar a los bomberos. La tomé del suelo, toda chamuscada y húmeda mi cara cajita de fósforos”, relata la periodista.


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