Rodrigo Gil: 'Incluso teniendo propuestas de trabajo en Cuba, decidí alejarme un poco'

Katheryn Felipe ~ miércoles 29 de marzo de 2023

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A Rodrigo Gil lo han subestimado muchas veces en su corta vida. Es el único trauma real que tiene, aunque está tratando de sanarlo. Le molesta "bastante" lo que sufrió sobre todo en su época de estudiante, pero no es esclavo de eso. Tan es así que, cuando terminó cansado de grabar la telenovela 'Los hijos de Pandora', sintió que debía salir un tiempo de Cuba para "reconectar con la escuela".

Las noches de Madrid le han acentuado su aire bohemio, ahora que estudia Actuación allí. Se le nota un porte más hippie y se le ve feliz. Intenta ser "suficiente" para sí mismo, "no para los otros". Tras interrumpir sus estudios en el Instituto Superior de Arte en La Habana, se está preparando "a tope" porque "vienen grandes cosas y espero estar pronto al aire de nuevo en España".

Con apenas 23 años y más de 84 mil seguidores en Instagram, el joven actor cultiva su "flow" a dos o tres golpes de talento, y a cuatro o cinco de trabajo. Dice que "uno no se puede confiar". "Mientras más dotes tengas, agradécele a Dios y trabaja, porque siempre va a haber uno mejor que tú", afirma antes de tomar los hilos de esta conversación con el encanto de quien maneja la oratoria con excelencia.

-¿Qué cambió en ti como actor desde que interpretaste a Saul, en 'El rostro de los días', hasta Raydel, en 'Los hijos de Pandora'?

-Cambiaron muchas cosas porque, a pesar de que 'El rostro de los días' salió en 2020, la comencé a grabar en 2018. Y a Raydel a finales de 2022, o sea, habían pasado casi cuatro años. Cuatro años en los que la pandemia trajo un montón de experiencias nuevas para mi vida. De una forma u otra, mi manera de interpretar, que es al final poner en el escenario las experiencias que vas obteniendo a lo largo de tu vida, se hizo más madura.

-¿Qué representa para ti como actor que el público reaccione a una interpretación tuya?

-Es algo de lo que más me emociona de ser actor. De eso va: de que la gente no sea un espectador pasivo. Cuando tú ves la televisión o vas al cine, tú quieres vivir lo que ese personaje está viviendo y sentirte identificado, o al menos sentirte juez de lo que estás viendo. Te preguntas “¿por qué lo hace?”. Y si el público hace eso con un personaje mío es señal de que algo se hizo bien ahí.  

-Has reconocido que eres muy egocéntrico, que te gusta ser el centro de atención. Entonces, ¿cuál dirías tú que es el centro de tu existencia?

-Soy una persona muy egocéntrica y es algo que tengo asumido. Y no es algo que intente cambiar, pero sí controlar, para que eso no sea el centro de mi vida. No obstante, yo me hice actor, además de por haberme enamorado, porque me gustó mucho cómo me sentí cuando el público me aplaudió por primera vez en el teatro. Más allá de eso, creo que va de serle útil de alguna manera a la humanidad, a la gente que me rodea, al medio, y va mucho más allá de entretener, es como ser una voz de conciencia. No alguien que te dice cómo tienes que ser en tu vida real, sino que te muestra a un ser humano que puede ser exactamente igual a ti y que puede representar todos los valores con los que tú estás de acuerdo o todo lo que rechazas. Pero, de una u otra forma, eso te hace pensar. Eso es lo que me interesa: hacer pensar a la gente, que se entretenga con las cosas que hago, que pase un buen rato, pero que, a la vez, piense, que es lo más importante en la vida. Si no piensas, es como si estuvieras muerto.

-¿Qué es lo mejor y lo peor de ser el centro de atención de muchas personas?

-Para mí lo mejor es que no pasas desapercibido. Y lo peor, es que siempre hay alguien que te cuestiona todo tiempo, y es algo con lo que hay que aprender a lidiar.

-Has afirmado que el talento es la cosa más fácil de desperdiciar. ¿Cómo has estado aprovechando el tuyo?

-No me considero un actor súper talentoso, pero sí trabajador. Y creo que de eso va la cosa, de trabajar. Si naces con unas excelentes condiciones físicas para el deporte, empiezas a correr desde niño y eres el más rápido del grupo, pero si no entrenas diariamente, a lo mejor el que no es tan rápido entrena el doble que tú y desarrolla mucho mejor sus músculos, y puede alcanzar muchas más cosas y a una mayor velocidad que tú, aunque no tenga el mismo talento natural.

-Una vez dijiste que un actor tiene que tener traumas y si no, inventárselos. ¿Cuáles te has inventado tú?

-Yo no tengo muchos, pero siempre vuelvo a la clase del profesor Carlos Díaz que me dijo que, para poder progresar en la vida, uno tiene que salir de su zona de confort. Uno crece con las crisis existenciales, uno tiene que buscarlas, sin ser esclavo de ellas. No vengo de una familia disfuncional, sino que siempre me ha apoyado en mi carrera, siempre ha estado apoyándome en todo lo que se me ha metido en la cabeza, pero también me dio rienda suelta para equivocarme.

-¿Cuáles son las principales limitaciones que tiene hoy un actor para desarrollarse en Cuba? 

-Esta es la pregunta más difícil que me has hecho. Creo que es la falta de oportunidades porque, si hubiera variedad, y uno pudiese escoger, no pasara que a veces te encasillas y terminas haciendo las cosas diferentes en la televisión. Pero me interesa muchísimo hacer cine y no he tenido la oportunidad mismas cosas. No obstante, aunque no tengo una carrera larguísima, gracias a Dios he podido hacer de hacerlo y no creo que sea por falta de talento, sino por falta de producciones. Es natural que un director elija a sus actores, que normalmente son con los que ya ha trabajado. Entonces es una cadena y pocas veces quieren arriesgar el proyecto que tanto trabajo les ha costado conseguir, que todo el mundo lucha, porque no hay dinero, y no va solo para los directores y los actores, también para los productores.

A veces por eso ni siquiera se hace casting, sino que van a lo que han visto. Y eso limita las oportunidades para el resto. Ojalá me llame algún director que esté leyendo esto. Yo quiero hacer cine porque sé que es una bendición que llega para cambiar a un actor. Sé que cuando me llegue su magia me transformaré como actor porque es un trabajo diferente y estoy loco por sumergirme en esa experiencia. Conozco actores muy talentosos y trabajadores que todavía no han podido darle la patada a la lata, por así decirlo, y no por no buscarlo, sino porque no le ha tocado todavía. Es muy duro ver qué pasa.

Además, económicamente, cuando trabajas en una serie tú no puedes vivir solo de lo que eso te está dando. Tienes que buscar otras alternativas para ganar dinero porque no te da y es jodido. La gente no se da cuenta de lo complicada que es la actuación. A veces te metes un rodaje de 12 horas y llegas a la casa y no es a dormir, sino a estudiar y a aprenderte el guion del otro día, porque en ocasiones los planes de rodaje salen diarios; o te recogen a las seis de la mañana, aunque tus escenas sean a la una de la tarde porque no hay gasolina para dar dos viajes.   

-¿Convertirte en modelo e influencer ha sido una necesidad o una especie de hobby? 

-Es algo que ha ocurrido solo, pero que me ha dado de comer y me ha permitido actuar. No solo he podido vivir de la televisión o del teatro, sino que en las redes he encontrado una oportunidad de negocio y la posibilidad de tener cierto nivel de comodidad y de conocer a la gente que se ha sentido identificada con mi trabajo. Hacerlo desde Cuba se ha complicado sobre todo por los cambios de moneda, que han hecho que cada vez el dinero que cobraba fuera menos. 

-¿Hasta qué punto crees que las telenovelas se parecen a la realidad cubana?

-Depende de la telenovela. Creo que 'Los hijos de Pandora' la reflejó bastante bien. Ahora, es una novela anterior a la pandemia. Porque el público tiene que tener en cuenta que la novela en Cuba se graba en el 2023, y sale en el 2024 o el 2025, y en un año en la isla cambian un montón de cosas. Al final, siempre muestras una parte de la realidad. En las novelas brasileñas, por ejemplo, te ponen una favela y el resto son empresas lujosas. Pero Brasil no es tampoco lo que te muestran esas novelas. Es algo que me da coraje porque criticamos por criticar a veces. Y si un director quiere mostrarte la fachada más linda de Cuba, que lo haga, porque es subjetivo. No todas las novelas tienen que mostrarte la cruda realidad.  

-¿Por qué has decidido irte a vivir a España?

-Decidí cambiar un poco de aires, volver a estudiar. Es de esas crisis de las que te hablaba, que te hacen reinventarte todo el tiempo. Estoy estudiando Actuación en la Escuela Central de Cine en Madrid. La escuela de Cuba de Arte Dramático se centra en el teatro, aunque da algo de televisión y otras materias. Pero ésta de Madrid va de aprender a trabajar para la cámara y es algo que yo sé hacer, que tengo súper metido en el subconsciente, pero aquí estoy profundizando en eso. Además, el trabajo de una telenovela, por ejemplo, es desgastante. Incluso teniendo propuestas de trabajo en Cuba, decidí alejarme un poco, porque uno tiene a veces que desintoxicarse de un personaje, para no repetirse.

-¿Por qué opinas que lo que se hace desde una conciencia y una libertad plenas “nunca será motivo de arrepentimiento"?

-Porque es algo que he meditado. Es un sexto sentido que te dice: “Es por aquí”. Hay cosas que tú tienes que hacer sí o sí, y cuando lo haces sabes que están bien. Yo soy católico, creo en Dios, y cuando no haces algo que sabes que debes hacer, el peso de la conciencia es horrible. Uno no puede negar eso. Está ligado a tus principios, a tu filosofía, a tus pensamientos. Uno no puede traicionarse a sí mismo nunca, porque, si lo haces, tu vida va a ser una mierda.  


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