El régimen cubano intenta quebrar, una vez más, a Yosvany García, padre de tres hijos, herrero y preso político del 11 de julio de 2021, condenado injustamente a 15 años de prisión por exigir libertad. Su historia es la de un hombre que se negó a rendirse y que hoy paga un precio inhumano por su dignidad.
Yosvany sobrevivió milagrosamente a una huelga de hambre de 40 días que lo llevó al borde de la muerte. Fallo renal, debilidad extrema y un estado físico crítico marcaron esas semanas en las que su vida pendió de un hilo. No fue hasta el pasado 11 de diciembre que, tras una larga espera, fue trasladado a la sala de penados del hospital "Lucía Íñiguez" en Holguín. Allí, por primera vez en mucho tiempo, su esposa Mailin Sánchez pudo verlo y confirmar con sus propios ojos el grave deterioro de su salud.
Sin embargo, esa mínima esperanza duró apenas unas horas. En menos de 24 horas, el 12 de diciembre, Yosvany fue sacado del hospital de manera abrupta y trasladado a la Prisión Provisional de Holguín. Un movimiento que no es casual ni administrativo: es una advertencia. Esta cárcel de tránsito es conocida como antesala de traslados punitivos a prisiones lejanas, una práctica cruel diseñada para aislar al preso de su familia, quebrar su resistencia psicológica y castigar también a sus seres queridos.
Organizaciones como Prisoners Defenders y Human Rights Watch han documentado estas tácticas como parte de la represión sistemática contra los presos políticos del 11J. El traslado prematuro de Yosvany, sin haber completado su recuperación médica, es una señal clara de ensañamiento y negligencia deliberada. Su vida sigue en peligro.
¡Por Yosvany, por sus hijos, por Cuba. Que no muera en el olvido!
Del perfil de Lara Crofs
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