El escándalo por la retención interminable de autos importados en Cuba no solo ha destapado negligencia y desorden institucional, sino que ha encendido la rabia de cientos de cubanos que hoy se sienten estafados y burlados.
Lo que comenzó como una denuncia aislada ha desencadenado una ola de testimonios que apuntan todos hacia lo mismo: burocracia asfixiante, corrupción descarada y un desprecio absoluto por el sacrificio de otros.
Las reacciones en redes sociales no solo confirman el malestar: lo multiplican. Cada comentario es un reflejo del hartazgo acumulado. Muchos cubanos no entienden cómo el país cobra altos aranceles por cada auto importado, pero es incapaz de garantizar un límite de tiempo razonable para la entrega.
Otros denuncian que, cuando finalmente los liberan, llegan incompletos, golpeados o con piezas faltantes. “Un ciudadano paga para recibir su carro tal cual lo envió; es inconcebible que terminen robándole partes o dejándolo deteriorarse al sol y al salitre”, reclama una usuaria indignada.
Y mientras unos esperan meses o hasta casi un año, otros —casualmente— reciben sus autos en cuestión de semanas, siempre después de pagar “algo más”. La gente no es ingenua: “Si no sueltas el soborno, te dejan el carro ahí”, denuncia uno. “La orden está dada: si no pagas, no sale”, añade otro. Los cubanos no dudan ya en llamar las cosas por su nombre: corrupción, chantaje, negocio redondo. “Para coger el dinero, ahí sí no hay burocracia”, comenta alguien con amarga ironía.
A esto se suma el absurdo total: aun con esta situación, todavía hay quienes envían vehículos esperando un proceso limpio. “Siguen confiando y llenando bolsillos”, lamenta una internauta. Otros son más duros: “Masoquistas. Merecen lo que les pasa”. Y la crítica apunta no solo a los funcionarios corruptos, sino a todo el sistema. “Esto no es burocracia, es un régimen totalitario funcionando como siempre”, escribe uno. “Un país donde nada funciona, donde todo es trampa y donde el Estado de Derecho no existe”, resume otro.
La preocupación crece porque muchos temen que, mientras más meses pasen, esos vehículos terminen con chapa estatal o asignados “misteriosamente” a algún organismo. Hay quienes incluso sugieren una acción colectiva: exigir que devuelvan el dinero y que se queden con los autos, si van a seguir abusando del sacrificio de la gente. “Esto necesita visibilidad, presión, unidad. ¡Es demasiado!”, afirma una afectada.
Pero quizás lo más doloroso de todo es la sensación de impotencia: familias que reunieron cada dólar con esfuerzo, emigrados que quisieron ayudar a los suyos, personas que enviaron un auto para trabajar, moverse o simplemente vivir un poco mejor… y ahora ven ese sueño tirado en un puerto, oxidándose, mientras nadie responde.
Mientras tanto, el pueblo lo resume en una frase:
“Así funciona Cuba: sin control, sin vergüenza y sin respeto por nadie.”
Fuentes: Cubacute
El Toque
Zafra azucarera en Villa Clara sufre retrasos por crisis energética y falta de recursos
Hace 2 horas