Chile vivió este domingo un giro político significativo tras la victoria de José Antonio Kast en la segunda vuelta presidencial. El líder del Partido Republicano se impuso con cerca del 60% de los votos, derrotando a la candidata del oficialismo, Jeannette Jara, quien obtuvo alrededor del 40%, según resultados preliminares difundidos con más de la mitad de las mesas escrutadas.
La jornada electoral, marcada por el voto obligatorio de más de 15,7 millones de ciudadanos, transcurrió con relativa normalidad. Aunque se reportaron algunas filas y reclamos puntuales en centros de votación de Santiago, el proceso fue considerado ágil, en parte por tratarse de una contienda entre solo dos opciones. Kast seguirá los pasos protocolares para asumir la Presidencia el 11 de marzo de 2026.
El ahora presidente electo aguardó los resultados en la sede de su partido, en la comuna de Las Condes, acompañado por su familia y dirigentes de fuerzas que lo respaldaron en el balotaje, entre ellas Chile Vamos, Demócratas, Amarillos, socialcristianos y libertarios. Durante la noche recibió las felicitaciones de su contrincante, Jeannette Jara, así como el saludo institucional del presidente saliente, Gabriel Boric, transmitido por señal abierta.
Jara, por su parte, votó temprano en Conchalí y siguió el conteo desde un hotel del centro de Santiago junto a su equipo. Con el resultado, el oficialismo cierra un ciclo marcado por dificultades económicas, cuestionamientos en materia de seguridad y un creciente malestar ciudadano.
La campaña de Kast estuvo centrada en tres ejes clave: el combate al crimen organizado, el control de la migración irregular y la reactivación económica. Estos temas conectaron con las principales preocupaciones de la ciudadanía. Según encuestas recientes, la inseguridad y la violencia encabezan la lista de inquietudes de los chilenos, seguidas por el bajo crecimiento y la crisis migratoria.
En la última década, los homicidios se duplicaron en el país y, aunque las cifras han mostrado una leve baja en los últimos dos años, se ha registrado un aumento de delitos violentos como el secuestro y la extorsión, fenómenos antes poco frecuentes en Chile. La presencia de organizaciones criminales extranjeras ha contribuido a esa percepción de deterioro en la seguridad pública.
Kast también prometió una política migratoria más estricta, incluyendo la expulsión de cientos de miles de inmigrantes en situación irregular y un mayor control de la frontera norte. Sin embargo, durante la campaña enfrentó cuestionamientos sobre la viabilidad de estas medidas y terminó moderando su discurso en los debates finales, comprometiéndose a respetar beneficios sociales vigentes, como la Ley de 40 horas, el salario mínimo, la indemnización por años de servicio y la pensión garantizada universal.
En el plano internacional, el presidente electo anticipó un reordenamiento de las relaciones exteriores. Tras votar, señaló su intención de mantener vínculos pragmáticos con los países vecinos y destacó su afinidad con el mandatario argentino Javier Milei, con quien, según dijo, comparte puntos de vista sobre economía y desarrollo. Kast subrayó además la complementariedad entre ambos países, aludiendo al rol de Chile como plataforma hacia el Asia-Pacífico.
El resultado del balotaje marca así un cambio de rumbo político en Chile, con una derecha fortalecida y un electorado que parece haber priorizado seguridad, orden y crecimiento económico. El desafío de Kast será transformar ese amplio respaldo en gobernabilidad efectiva en un país que llega polarizado y con demandas sociales aún latentes.
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