En el Hospital Provincial de Camagüey, dos ancianos agonizan en el más cruel abandono. Según la denuncia del periodista independiente José Luis Tan Estrada, ambos permanecen en condiciones infrahumanas, cubiertos de heces, sin bañarse desde hace días y sin recibir la atención médica básica que todo ser humano merece.
Uno de ellos se encuentra en el cubículo 1, cama 37 MB, y el otro en el cubículo 3, cama 51 MB, en la Sala de Medicina. El olor, la suciedad y la indiferencia reinan donde debería imperar la compasión.
Las imágenes y testimonios que acompañan la denuncia estremecen. No hay enfermeras que los asistan con regularidad, ni médicos que verifiquen su estado. Ni siquiera hay quien les cambie la ropa o les limpie el entorno. La “potencia médica” de la que tanto presume el régimen cubano se desmorona ante la realidad: ancianos olvidados, tratados como estorbos, viviendo sus últimos días entre moscas y desechos.
La Dirección Provincial de Salud Pública de Camagüey y la administración del hospital guardan silencio. Los burócratas, cómodamente instalados en oficinas con aire acondicionado, miran hacia otro lado mientras los más vulnerables son dejados a su suerte. Y mientras tanto, en la televisión estatal, los dirigentes siguen hablando de “logros en la atención al adulto mayor”, en un discurso tan cínico como vacío.
Las redes sociales se han llenado de indignación. Cuidadores, enfermeros y ex trabajadores de salud confirman que esta situación no es un caso aislado. En hospitales de Guantánamo, Santa Clara o Mayarí se repite el mismo patrón de abandono, negligencia y falta de humanidad. Personas que dedicaron su vida al trabajo, que construyeron el país con sus manos, ahora son tratados como desechos en los mismos centros que deberían protegerlos.
La indignación ciudadana es un grito que atraviesa el silencio cómplice del sistema. Los cubanos dentro y fuera de la Isla exigen respuestas, pero sobre todo acciones. Estos abuelos no son cifras ni historias pasajeras: son seres humanos, con nombre, con historia, con derechos.
Cuba envejece y con ella se desvanece el respeto por la vida. No hay mayor crimen que dejar morir en la miseria a quienes un día sostuvieron el país. Lo que sucede en la Geriatría del Hospital de Camagüey no es solo una vergüenza médica: es una condena moral a un sistema que ha perdido la humanidad.
Fuente: José Luis Tan
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