La modelo cubana Haniset Rodríguez, conocida por su relación pasada con el presentador Carlos Otero, reapareció en redes para denunciar que fue víctima de una estafa millonaria en Estados Unidos. En un video de Instagram, identificó a Elizabeth López y Oscar M. Companioni —vinculados al restaurante Al son del karbon y a la inmobiliaria Sole Homes, en Cape Coral (Florida)— como presuntos responsables, con el objetivo, dijo, de prevenir nuevas víctimas. “Muchos influencers no lo saben, pero están trabajando con estas personas que han estafado a tanta gente”, afirmó. “Sus nombres son Elizabeth López y Oscar M. Companioni”, insistió, mostrando imágenes de los señalados.
Rodríguez aseguró que hay demandas en curso en la corte del condado Lee y que, en su caso, el tribunal ya falló a su favor: “Estoy hablando por mí y por mi caso, como les dije: gané la demanda, pero no he recibido mi dinero”. Subrayó que continuará las acciones legales: “No pienso parar hasta que estas personas paguen por todo lo que han hecho […] En esta red de estafa hay varias personas, no son solamente ellos dos”.
La influencer relató que la experiencia la retiró de la vida pública por más de un año y derivó en una depresión mientras enfrentaba el proceso judicial. Su caso comenzó —contó— cuando decidió invertir en terrenos y entregó una fuerte suma a una constructora recomendada por una agente inmobiliaria de confianza. “Todo se hizo de manera legal, con documentos firmados y aparentemente en orden. Jamás pensé que me iba a pasar lo que pasó. Estas personas desaparecieron, no contestaban teléfonos y nunca hicieron absolutamente nada”, dijo.
Al investigar por su cuenta, halló más de 11 familias afectadas. “Somos más de 11 familias afectadas por estas personas. Le han robado muchísimo dinero a muchísima gente. Estamos hablando de que a uno le quitaron 100.000 dólares, a otro más, y así”, señaló, describiendo una trama que —asegura— operaba como red organizada desde Cape Coral.
Aunque el tribunal falló a su favor, el pleito sigue abierto en la etapa de cobro de la sentencia. “Gracias a Dios, ya tengo la demanda a mi favor. Ahora hay que esperar el proceso de recolección de ese dinero que espero que se me devuelva, porque es lo único que he querido hasta ahora”, explicó. Más allá del daño económico, enfatizó el impacto emocional: “El daño emocional ha sido increíble, tanto para mí como para las demás personas. Hubo quienes quisieron quitarse la vida. Imagínense una persona mayor que trabajó toda su vida para guardar un dinero y de pronto se lo arrebatan”.
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