El condado de Miami-Dade atraviesa una paradoja demográfica sin precedentes. Según datos recientes del censo, entre 2023 y 2024, más de 67,000 residentes decidieron abandonar la zona, marcando un récord de emigración interna en las últimas dos décadas. Sin embargo, esta pérdida fue equilibrada e incluso superada por una migración internacional neta de casi 124,000 personas, lo que permitió al condado mantener su crecimiento poblacional.
Historias como la de Ian Ondek, un joven de 27 años que se trasladó al sur de Florida para estudiar Arquitectura en la Universidad de Miami, reflejan las causas detrás de esta estampida local. Ian vivió siete años en la ciudad antes de decidir mudarse a Parrish, en la zona de Tampa. ¿La razón principal? El costo de vida. Su contrato de arrendamiento subió más de $300 en un solo año, una tendencia común que afecta a miles de residentes. "Pensé que era un gran aumento para lo que nos estaban dando", explicó. En Parrish, Ian y su esposa lograron adquirir una casa completa con dos dormitorios, dos baños y garaje, a un precio mucho más accesible que el de un modesto apartamento en Miami.
La situación de Ian no es un caso aislado. Muchas personas citan factores como el alto costo de la vivienda, el tráfico constante y las barreras lingüísticas como motivaciones para irse. Aunque Miami sigue siendo un imán cultural y económico, el día a día se ha vuelto insostenible para muchos de sus habitantes.
A pesar del éxodo interno, la migración internacional ha sido el salvavidas demográfico del condado. De acuerdo con Kristie Wilder, demógrafa de la Oficina del Censo, esta afluencia del exterior es el principal motor de crecimiento de Miami-Dade. Sin ella, el condado habría visto una disminución poblacional, ya que el balance entre nacimientos y muertes no fue suficiente para compensar las salidas locales.
Las cifras lo confirman: Miami-Dade sigue siendo el séptimo condado más poblado de Estados Unidos, con más de 2.8 millones de habitantes y un incremento neto de 64,000 personas en solo un año. Este fenómeno revela una realidad compleja: mientras los residentes de larga data buscan alternativas más asequibles dentro del país, miles de inmigrantes siguen viendo a Miami como su puerta de entrada a nuevas oportunidades.
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