El reconocido actor y humorista cubano Ulises Toirac ha compartido en su perfil oficial de Facebook una sentida y reflexiva carta dirigida a Yemayá, orisha del mar en la religión yoruba, figura profundamente venerada en la cultura popular cubana.
En su mensaje, cargado de simbolismo, lirismo y sensibilidad social, Toirac no pide por él, sino por el pueblo de Cuba.
“Querida Yemayá: decirte quiero pa empezar que mi color favorito es el azul. Sin guataquería. Es y ya”, comienza el texto.
En él, Toirac alterna la ironía con la devoción, y recurre a referencias culturales como El Padrino para comparar cómo muchos acuden a los santos solo cuando necesitan algo, como si se tratara de favores inevitables.
Lejos de una simple oración, la carta se convierte en una profunda meditación sobre el estado del país y sobre la espiritualidad en tiempos de crisis. El artista habla del poder y el carácter de Yemayá, de su reino “impetuoso” y “tranquilizador”, del miedo y la belleza que coexisten en su presencia, y del consuelo que puede encontrarse en la inmensidad del mar.
Aunque confiesa no considerarse religioso, Toirac expresa admiración por la fuerza y el símbolo que representa la deidad africana.
Y desde esa mirada poética, concluye con un pedido claro: “Protégelos. Hasta donde te sea posible”. Una súplica no para él, sino por “su pueblo. Así, olvidadizo y quebrado. Interesado e inmóvil. Todos lo han abandonado, hasta su propio orgullo les dio la espalda”.
La publicación ha conmovido a sus seguidores, quienes respondieron con mensajes de apoyo, gratitud y reflexiones propias. En medio del panorama complejo que vive la isla, las palabras de Toirac emergen como una voz de conciencia, escrita con el alma, sin estridencias ni consignas.
Textual:
Querida Yemayá:
Decirte quiero pa empezar que mi color favorito es el azul. Sin guataquería. Es y ya. Así que por ese lao estaría mirándote infinito, me gustas... Es decir, me gustan tus colores.
Ya sé que hoy no es tu día, pero si vamos a esperar el día, no sería honesto. Sobre todo si espero ese día pa pedirte.
Me disculpas el paralelo pero la gente piensa que los santos son capos sicilianos. Me explico: aprendí en El Padrino que cuando se casa la hija de un siciliano, no le puede negar nada a nadie.. De ahí la escena famosa ¿recuerdas? La gente suele acordarse de los Santos cuando viene la fecha, como si además el Santo estuviera en la obligación... Yo te imagino destimbalá de la risa en tu fecha: "¡¡¡Mira qué cabrón vino a pedirme!!! Jajajaja... ¡Con lo hijueperra que es!... Jajajajaj... Ven corazoncito, que te voy a dar un quierito tan rico que vas a conocer a Alfonsina, güevón".
Te entiendo. Muy pocos te adoran, más bien te tienen de palanca, de plan Z cuando todo falla.
No es que yo sea siquiera religioso pero me gusta tu imagen majestuosa, y tu impetuosidad. Obvio le tengo miedo a tu carácter, he estado en tu reino en plena bronca tuya y es atemorizante. Un manotazo se puede llevar un pueblo entero. Pero igual no hay espectáculo más tranquilizador y relajante. Esa sensación de infinito en el ser poético aunque en el ser científico sepamos que no.
Y entregarse a ti, cuando lo aceptas mansa, es una de las sensaciones más inolvidables. La alegre levedad del ser. La quietud muda. El mundo vecino del que sabemos tan poco. Y me gusta tanto levitar en ese techo de tus dominios y fantasear. Arañar apenas el tejado sumergiéndome a pulmón y olvidando cuánto me falta y cuanto me queda. Y sabes que te pienso. O no es que te pienso, converso. Y te escucho en esas inquietas luminosidades delgadas que se interconectan y en el pez que pasa de repente escurridizo, fugaz.
Y debes saber lo otro que no abandona mi mente ni en ese momento en que la superoxigenación me descoloca como si fuera droga, sí. Y no te pido porque de ellos depende, lo sé. Pero es tu pueblo. Así, olvidadizo y quebrado. Interesado e inmóvil. Todos lo han abandonado, hasta su propio orgullo les dio la espalda. Protégelos. Hasta donde te sea posible.
Ulises Toirac
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